segunda-feira, 21 de junho de 2010

Um presidente pequenino

Já se sabia que o actual inquilino de Belém, ainda que empertigado, não passa de um político pequenino e de vistas curtas. Essas características tornam-se mais evidentes, quando em confronto com personagens com outra dimensão e grandeza.
Quando se conhecem os belísssimos textos em língua espanhola publicados por EL PAÍS (da autoria de vários políticos e escritores) dedicados à memória de Saramago, mais clara se torna a pequenez de Cavaco Silva que, ao não comparecer nas cerimónias fúnebres de José Saramago, recusando-lhe uma última homenagem, se mostrou incapaz de compreender a grandeza do escritor e a importância da sua obra na divulgação da cultura portuguesa.
Para vergonha dele (e nossa, porque o elegemos) aqui transcrevo os textos de:

"Memorial del árbol
Tu abuelo, nos contaste, intuyendo el final de su existencia en la Tierra, fue diciendo adiós a los amigos, a su familia, a la naturaleza, porque quería estar lúcido y presente cuando la muerte llegara. Por eso, se abrazaba a los árboles que guardaban las páginas escritas de su vida.
Me llega la triste noticia de tu muerte y te evoco, el verano pasado, en la biblioteca de tu casa de Lanzarote. Vuelves a ser el perfecto anfitrión, el hombre cortés, inteligente, generoso, al que le gusta compartir la amistad. Me honra ser tu invitado. Pilar, tu compañera, tu cómplice, parece señalar en silencio a todos y cada uno de tus personajes en ti: al Ricardo Reis que se compadece de la soledad de los poetas y ayuda a no temer la memoria, a los inventores de artefactos angélicos que quieren enseñar a los seres humanos a volar "aunque les cueste la vida", a aquel alfarero que libra a los esclavos de una nueva caverna porque se niega a aceptar ciertas cegueras que imponen desigualdad y dolor.
Tú, que has sido también todos los nombres, no terminas aquí. 2010 es ya, para siempre, el año de la muerte de José Saramago, pero tus libros forman un maravilloso bosque de dignidad. Y yo me abrazo al árbol para mantener tu memoria.";

e de
"La fuerza de la palabra
Con José Saramago desaparece un novelista enérgico, comprometido con la fuerza de la palabra. Sus libros son testimonio de ello. Intensos, arrebatados, desvelan la precisión visionaria de quien escribía desde dentro, invocando una pasión íntima que surgía de la imaginación, pero que no renunciaba a tener los pies en la tierra, palpando sus contradicciones y sus injusticias. Sé que no compartíamos el mismo horizonte político. Él creía en unos ideales que no son los míos, pero eso no impide que aprecie en su obra la convicción compartida de que la dignidad del hombre, más allá de las diferencias, siempre cuenta. Sus personajes mostraban esta forma de pensar. En ellos latía un aliento pesimista que dejaba abierta una puerta a la esperanza, a la espera de que el lector sacara sus propias conclusiones acerca de su conducta: de lo que hacía con su vida y de cómo lo hacía. El año de la muerte de Ricardo Reis, Memorial del convento o Ensayo sobre la ceguera son ejemplos de este proceder literario. Saramago fue uno de los grandes escritores del siglo XX y un gran amigo de España. El reconocimiento internacional que mereció su obra fue, también, un homenaje esperado al portugués: una lengua portentosa, bella y fértil desde sus orígenes; una lengua próxima, íntima, hermana, como el pueblo que la habla y que siente a través de ella.".

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